Desafiando a un inminente Cordonazo, el emblemático bulevar fue visitado por autoridades y nostálgicos, los que anhelan el regreso de su recordada bohemia
Ayer el bulevar de Sabana Grande tuvo unos visitantes nuevos: libros, música, recreadores infantiles, teatro, conversa y ganas de poner ese granito de arena que siempre hace falta para que Caracas recupere su encanto bohemio diurno y nocturno. Las amenazas de ser azotados por cordonazos (de gotas de lluvia, que no estamos para otra cosa) con nombre de santo no fueron suficientes para que la gente convocada por el Gabinete de la Cultura y de la Nueva Espiritualidad de la Alcaldía de Caracas, comandados por Elitany Raga y José Leonardo Riera, se desanimara. El Cordonazo quedó para otro día.

Con perfección sincrónica de todos los elementos (libros, mesas, sillas, corneta, micrófono, poetas, manteles, artistas, recreadores, café) se armó un pequeño mercado cultural bajo los “paraguas volteados”, en la Plaza de Los Poetas, un poquito más adelante del antiguo Cine Radio City, que debe volver a albergar películas y no centrales telefónicas, y como por generación espontánea o arte de magia, empezaron a caminar por uno de los lugares más icónicos y nostálgicos de Caracas unos antiguos visitantes: Ludovico Silva, Salvador Garmendia, Juan Rodríguez, Pedro Chacín, Caupolicán Ovalles, Adriano González León, Stefania Mosca, Orlando Araujo y tantos otros que de tanto andar por ahí, en el mundo de los vivos, se nos escondieron entre las sillas de la desaparecida pizzería La Vesubiana o de la Librería Suma, donde tantas veces coincidimos con ellos, con otros, con otras. Pero no solo eran sus espíritus jugando. Algunas de sus obras nos hacían guiños desde las mesas bien dispuestas por la gente del Fondo Editorial Fundarte, y en un santiamén, niños y niñas fueron descubriendo la poesía en el bulevar, en el texto del colombiano Jaime Jaramillo Escobar, hermoso y magistralmente interpretado por Malú Rengifo en su monólogo con capa que hacía volar los corazones.

TERESA TAMBIEN CAMINÓ
Edmundo Castillo fue el encargado de ser el anfitrión de la velada vespertina, que inicio con un conversatorio sobre Teresa de la Parra, quien cumplió ayer 120 años de nacida y también estuvo en el bulevar en las palabras de Siboney del Rey, encargada de contarnos su legado, su vida marcada por la rebeldía y las ganas de ser libre. “Quiero disfrutar de mi propia personalidad como mujer, es decir, ser independiente al hombre y que no me mande”, decía Teresa.
Cristian Salaya y Ángel Malavé echaron a andar poesía debajo de esos paraguas que, aunque volteados, nos abrigaron de cordonazos furiosos y sofocaron el calor del sol para darnos una tarde inédita en ese espacio símbolo de la caraqueñidad rumbera, poética, bohemia, bonita y culturosa que extrañamos siempre. Colaboremos para que en Sabana Grande vuelva a ser siempre de día.
Fuente: Ciudad Caracas
